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24 septiembre 2011

ARTIGAS NO HA MUERTO. FUE ASESINADO POR LOS TRAIDORES E HISTORIADORES

23 DE SETIEMBRE: LA MUERTE DE ARTIGAS

Cada 23 de setiembre se realizan diversas ceremonias recordando la fecha de fallecimiento de José  Artigas, homenajes, ofrendas florales, discursos varios exaltando sus proezas. Otros se escandalizan cuando quieren trasladar sus restos de su lugar en el más infame de los homenajes que es el Mausoleo que le construyeron los milicos, ubicado en un lugar impropio como lo es la plaza Independencia. Les recuerdo que esa independencia es la de Uruguay, no de la Banda Oriental. Justo a alguien que si algo no se dijo a sí mísmo fue uruguayo, porque Artigas no fue uruguayo. FUE ORIENTAL. La aparición de Artigas como prócer uruguayo surge de la necesidad de políticos e historiadores de tener una figura unificadora sin filiación política. Y quien mejor que rescatar a aquel que dedicó sus desvelos para mantener libre el territorio de la Banda Oriental, parte de su superficie es la que ocupamos hoy como Uruguay.

A veces me asalta la duda si se trata de un recordatorio que pretende mantener  vigente la figura de “Don José” o es un acto que se repite año tras año para asegurarse que esté bien muerto. Como dice la canción de Alí Primera cuando el niño le pregunta a Bolívar si no piensa que le llevan flores para asegurarse que esté bien muerto.

A tal extremo llegan las ceremonias que se eligió el 23 de setiembre para realizar la quema de las banderas que por su deterioro quedan en desuso. Yo, que soy muy mal pensado, creo que es otro simbolismo más de lo que significa borrar aquellos vestigios que nos unan con nuestra historia. Usted me dirá y no sin razón, que mi ignorancia es proverbial,  con seguridad sea así (mi ignorancia me impide afirmarlo con certeza) pero déjenme pensar que esa quema de Pabellones no se hace en señal de respeto. Porque aquí, en Pando y en Japón que a uno le quemen la bandera es uno de los peores insultos, sino el peor.  Lo único que les falta es declararlo feriado Nacional (o Peñarol cuando menos)

No se pueden lavar ni tirar: las viejas banderas nacionales sólo se queman los 23 de setiembre
 Está prohibido coserlas, lavarlas, plancharlas y tirarlas, por lo que existe una sanción para quien transgreda la norma.

Cuando están sucias o rotas, las banderas de los Treinta y Tres y Artigas y el Pabellón Nacional sólo pueden ser incineradas los 23 de setiembre en el Regimiento Blandengues de Artigas de Caballería Nº 1.
Hasta el horario está fijado. El Reglamento de Ceremonial y Protocolo del Ejército establece que las banderas nacionales deben ser quemadas a las 11.00 horas, ni un minuto más ni uno menos. La fecha de incineración no es casual, coincide con la conmemoración del fallecimiento de José Gervasio Artigas, quien desarrolló su carrera militar en el cuerpo de Blandengues.
Justamente en el Regimiento Blandengues de Artigas, que funciona en el cuartel de General Flores 3920, inaugurado el 25 de Agosto de 1910 por el entonces presidente Claudio Williman, se lleva adelante la ceremonia de incineración de las banderas nacionales en Montevideo. En el interior del país, el acto se desarrolla en las unidades militares de los 18 departamentos.

La ceremonia se realiza siguiendo estos pasos: primero se procede a la formación de la Unidad y recién en ese momento se entona el Himno Nacional. Tal como lo indica el reglamento, "al frente y centro de la formación se instala un recipiente de metal para en su interior colocar los pabellones nacionales y las banderas de los Treinta y Tres y Artigas a incinerar". Inmediatamente se da lectura a la Orden del Cuerpo en la que se dispone la quema, que es ejecutada por el soldado más antiguo o de mejor conducta. El soldado elegido coloca en el recipiente las banderas debidamente dobladas, las rocía con un líquido inflamable y las enciende. Después se entierran las cenizas en el predio de la unidad donde se realizó la ceremonia.

MUERTE Y ENTIERRO DE ARTIGAS

Cuando Artigas celebró su 86o. aniversario el 19 de junio de 1850 nada hacía suponer que fallecería después de tres meses. Durante ese día fue festejado por los López pero a la tarde Artigas montó el Morito para llegar hasta la costa del río Paraguay en compañía de Ansina, de Montevideo, de Liberto, y de su joven amigo, el nieto de don Carlos López.
La salud de Artigas, con excepción de sus dolores reumáticos, secuela de sus continuas campañas a la intemperie, era admirable, como pudo comprobarlo su hijo al visitarlo cinco años antes. A veces el fiel Ansina, quien era mayor que Artigas en cuatro años, no se sentía bien y por esa razón había hecho colocar un mástil en el cual se izaba una bandera roja cada vez que necesitaban algún auxilio. Esa señal era siempre observada por la señora Mariños que buscaba agua todos los días en el icuá López, a poca distancia de la casa habitada por el Patriarca.

Pero llegó el día cuando Artigas no se sintió bien y para facilitar su atención, se dispuso su traslado a la casona de Carlos López que distaba unas pocas cuadras. Fue en el momento cuando se vio rodeado por las personas que iban a trasladarlo, el domingo 22 de septiembre, cuando Artigas exclamó: "Yo no debo morir en la cama, sino montado sobre mi caballo! Traigan al Morito que voy a montarlo!" En el curso de ese día se cumplió una ceremonia religiosa en la cual intervino la esposa del Presidente. Artigas mostró una mejoría aparente, que no permitía suponer un rápido desenlace.
El Prócer se mostró amable con cuantos le rodeaban en aquel atardecer primaveral que sería el último. Las horas de la noche fueron sucediéndose unas a otras sin el anuncio de lo que estaba por acontecer. En las primeras horas del lunes 23 de setiembre, el moreno Ansina comprobaba con espanto que Artigas expiraba en el silencio.
Al amanecer corrió la voz entre los pocos vecinos que había fallecido el patriarca que supo ganar la buena voluntad de todos con su simpatía. El cadáver fue transportado en una carreta arrastrada por bueyes en dirección al nuevo cementerio de la Recoleta. El cortejo fue formado por un hijo del Presidente del Paraguay, Benigno López, Julián Ayala, Alejandro García, Ramón de la Paz, Rodríguez y por los morenos Joaquín Lenzina y Manuel Martínez Liberto.

Es indudable que el acto de inhumación se efectuó sin darle conocimiento previo al Presidente pues éste, cuando era Cónsul, el 22 de setiembre de 1841, había suscrito la siguiente orden para el comandante de Curuguaty por si se producía el fallecimiento de Artigas:  "Los honores fúnebres prevenidos en aquel oficio para el caso del fallecimiento de dicho individuo se harán del modo y en la solemnidad que permita la villa, convidándose de asistencia a los vecinos principales, sin que esta explicación se vaya a publicar o vulgarizar antes de tiempo, siendo una advertencia reservada por ahora al mismo comandante para su gobierno a su tiempo".
¡Sabe quién era el Presidente por esos años? Parece cosa del Diablo, el mismísimo don “Frutos”, sí ese que está pensando: EL TRAIDOR RIVERA.(leer post anterior)

Resulta difícil explicar la ausencia del Presidente del Paraguay en la inhumación de los restos de Artigas a menos que se admita que se ignoró la defunción del Prócer hasta que se realizó el acto de darle sepultura. Esta hipótesis resultaría posible en el caso de que Benigno López no hubiese querido preocupar a su padre de "graves cuestiones" que lo ocupaban en esos días a raíz de la ocupación brasileña de la Isla de Pan de Azúcar en el Alto Paraná, y que estuvo a punto de desencadenar una guerra.
En el semanario oficial "El Paraguayo Independiente", del sábado 28 de septiembre de 1850 apareció un resumen de la vida de Artigas, destacando en la nota necrológica que "Artigas había resistido con pocos recursos todo el poder de Buenos Aires y disputó la superioridad de las fuerzas del Brasil. Su ascendiente dominaba al indio charrúa, al peón de las estancias, a los oficiales instruidos, a los elementos de guerra... ".
La partida de defunción aparece retocada posteriormente con la misma pluma del cura que asentó esa partida, añadiendo lo que se refiere en la lápida que fue colocada después de la fecha. El texto, tal como se encuentra actualmente, expresa: "En ésta parroquia de la Recoleta de la Capital, a veintitrés de septiembre, yo, el Cura interino de ella, enterré en Sepultura ordinaria del Cementerio el Cadáver de un Adulto llamado Dn. José de Artigas, extranjero, que lleva una lápida con este título General Dn. José Artigas, 1850 de ésta feligresía. Doy Fe. Cornelio Contreras".   
 Y allí está, bien "guardado" y custodiado. No vaya a ser cosa que reviva y se escape de su jaula de cristal y vuelva a cbalgar por nuestras tierras y reviva alguna de sus "tropelías" despertando conciencias y empapando de su espiritu libertario el territoro americano tras su sueño de la patria grande. 
De solo pensarlo los tiranos y traidores están temblando temerosos que algo así suceda.. . ¡OJALA SUCEDA!

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